las aventuras de Lo fuera de su cuerpo

Y esta es otra noche en la que me siento sola a acariciar las marcas de mi piel. Prendo una luz. Uno a uno voy pasando los lápices que he encontrado en mi desalojo, mi mano izquierda les dá vuelta fúricamente mientras la derecha espera paciente sosteniendo la maquinilla, tal vez algún día decida que tengo el derecho de meter el dedo meñique para ver qué se siente ser un lápiz. Y jugar a que las gotas de sangre son grafito: carbono, material precioso que algún día será diamante. Puedo verlo, una vez que tenga la punta del dedo menor, que a lo máximo sirve para verme elegante mientras me llevo una botella a la boca, afilada: me sentaré a escribir letras escarlatas, pero pequeñas, para poder fingir que escribo en un mongol no.2, o mejor aún: escribo con un dedo meñique que bota tinta de diamantes... polvo fino que al mezclarse con la sangre no crea más que una goma brillante, que se ve absolutamente hermosa sobre el papel. Entonces me siento a escribir:

Hay un pedazo de mi cerebro (la parte no – lineal) que se empeña en meter intercortes de cada centímetro de tu cuerpo durante mis tomas diarias / cotidianas, hasta marearme. Es solo un montaje bizarro, erróneo, una realidad de mentiritas... pequeñas mentiritas blancas que me digo, y me dicen para ponerme a dormir paciente. Juegos de grandes, y yo solo soy una niña malcriada, engañada, mentirosa... Entonces voy cultivando cayos en las puntas de mis dedos al arañarme la memoria, para que la próxima vez que te toque no pueda sentir nada. Casi igual al tumor que crece en mi pecho, igual: para no volver a sentir eso.

Getting off junk was difficult. You leaving me weren’t. Rápido rápido bajo por las escaleras en espiral de mi ánimo. Y te pienso. Nunca más pienso en ti. Te pienso solamente, mirando por fuera de mi vitrina, que nunca más será de nadie.

Nunca: en letras decoradas con borlas de la tinta roja de mi meñique,

es una palabra absolutamente hermosa.