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10.4.07

le llaman gastritis.

Y yo que pienso en vos cuando me sirven el café con leche. La molesta práctica, diaria y monótona de tortura, que ya ni siquiera es capaz de darme un poquito de aquella satisfacción perversa que en un “érase una vez” me hizo enamorarme de vos. Sigo escribiéndote por la ausencia que me regalaste, entre otras la de tu cuerpo para poder llorar.