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28.2.08

ba-su-ra*
*la hora que sigue al segundo

Todos estamos enterados de las acusaciones en su contra. Todos sabemos que aunque bote todos y cada uno de los papeles que le quitan el espacio sobre la cama, no va a lograr aprender a escribir verdades como ella.

Ya es patético como lleva horas mirando a Sokolsky y no logra decidir si lo detesta por completo o solo un poco, tampoco por qué entre tantas cosas que podría estar haciendo sigue pues mirando a Sokolsky, sin lograr decidir si le gusta un poco lo pornográfico tan cotidiano que resulta más grotesco que el primer plano de la cámara entre las piernas. Piensa entonces en qué momento perdió la capacidad de inventarse historias en la cabeza sin tener que recurrir a medios externos. Sucede que ya leer y ver fotos no está de moda dentro del mundillo, y que en este momento lo único que se le puede ocurrir a alguien tan escaso de buenas ideas es huir, a ver si alguien más se diera cuenta que falta uno más de la lista que contribuya a las conversaciones con interrupciones que buscan más encaminar lo que se dice hacia su interés personal.

Afortunadamente, la memoria selectiva es virtud de las señoritas que tanto se esfuerza en imitar, o de la diplomacia, actitud y nobilidad de los caballeros que también busca aparentar.

Todos sabemos de la acusación a la falta de buenas ideas. Solamente, en este mundillo, esas cosas no se dicen en voz alta. Buscamos entonces una definición eufemista para poder ridiculizar a nuestro personaje, pero la investigación superficial indica una similaridad entre lo ajeno y lo propio (una manera cordial o diplomática de decir que sus faltas son iguales a las nuestras)

Lamentablemente dos palabras no son suficientes para una definición satisfactoria. Para ella, para sus padres, para sus compañeros, para sus colegas, para la vecina que pregunta por él siempre, para los destinatarios genéricos de sus cartas, en fin, carga con el peso de una definición englobada en lo que comunmente se conoce como “mala palabra” ¿Mala como la calle? Porque una palabra mala en este mundillo, es aquella que nunca se ha dicho antes, porque lo que está de moda queda escrito, y usualmente (qué casualidad) queda cerrado en una palabra de cuatro letras.

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