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20.2.08

Señor del señor

eventualmente todos se cansan.
Uno por uno, de su maldito sombrero,
yo también.

Ella no sabe, todavía, que ahora quiere ser madre. Para rehacer el error. Para poder gritarle en el oído, que los errores son hermosos cuando se sabe cometerlos. Y que ésta sigue aún sin conocer el arrepentimiento. Y que la culpa no puede recriminarse cuando no es entendida. Si no existen quienes no la conocen.

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